Veo, cada mañana, a la puerta de la Oficina de Extranjería, familias de emigrantes, acompañadas de sus hijos pequeños, esperando arreglar loa papeles y regularizar su situación. Me pregunto si esos niños cuya mente graba cuanto acontece, conocerán, apenas traspasen la puerta de la oficina, la amabilidad o la indiferencia y qué consecuencias pueden tener una y otra en su vida.

El alma de los emigrantes, a través de la historia, siempre ha sido desatendida. En este momento el pueblo británico está desalentado porque su modelo de integración multicultural se ha revelado ineficaz: jóvenes nacidos en su suelo maquinan atentados y amenazas contra la misma sociedad inglesa. Los sociólogos y los psicólogos nos darán razones de por qué personas a quienes se les ofreció residencia, alimento y trabajo muerden la mano de quien les dió de comer.

Los psicólogos aseguran que los primeros momentos de la infancia son definitivos para fijar la aversión o adhesión, pero nadie puede precisar qué acontece en el interior de un niño que se topa con cierta superioridad, ostentación y jactancia, ni nadie puede determinar cuándo surge la admiración o la hostilidad por la cultura de acogida ni cuáles pueden ser los desenlaces.

XCUANDO MEx cruzo por la mañana con esos niños inmigrantes, imagino que tienen derecho a cierta disconformidad y segura discrepancia por la situación de desarraigo en la que se ven envueltos desde tan temprano. Y hasta pienso que nadie debería tener dificultades para admitir la conformación de un pensamiento peculiar producto de su especial proceso de socialización. El que unos se incorporen a la sociedad de acogida y otros se conviertan en jóvenes con el encargo de destruir el mundo ante un aparato de televisión o volar un avión con nitroglicerina, seguirán siendo un misterio, pero alguna razón debe haber.

Algo me dice que la culpa no es sólo de ellos y que todo niño que se acerca a la puerta de una oficina de extranjería con sus padres, necesita, antes de regularizar la situación, unos ojos acogedores y una sonrisa de buena mañana. A lo mejor acabábamos con los jóvenes suicidas y hasta sobraban los papeles.

*Licenciado en Filología