Cuando el sabio apunta a la luna, el necio mira al dedo. Pero si con ese dedo se apunta a otro, parece que el gesto mismo hiciera desaparecer los problemas tras el dedo. Como si acusar convirtiera en inocente. Y ahí está Europa, España, que apunta a Trump horrorizada por ese repetido «America first» (Primero, América) o ese muro que pagarán los mexicanos. Y sólo unos cuantos, que han aprendido a obviar los dedos para mirar a la realidad, ven a los olvidados tras nuestras vallas, los muertos de nuestras orillas. Los niños como Aylan, como Samuel (encontrado en las playas de Barbate), esos que ya no escandalizan. Los abandonados tras nuestro cerco, Tarajal, ¿les suena?

La tragedia de la emigración más importante de los últimos tiempos en nuestro país se vivió en la playa de El Tarajal. Desde el principio estuvo envuelta en un silencio delatador que sólo se rompe para criminalizar a los muertos (y a los vivos que la denunciaron). Los derechos humanos no son para ellos. Aquí no hay para más, no tienen sitio.

¿Saben que la mayor parte de inmigrantes no entra a España, Europa, por esas fronteras? Lo hace por otras vías, como los aeropuertos. Pero eso no es tan dramático, tan vendible, no asusta a los de dentro para que justifiquen políticas xenófobas. No ayuda a que nos distanciemos, a olvidarlos, a deshumanizarlos. A convertirlos en otra cosa. No son como nosotros. «America first».

LA TRAGEDIA del Tarajal tuvo lugar el 6 de febrero de 2014. Al menos 14 personas murieron. Todos eran migrantes subsaharianos, luchadores, agotados. Perdieron la vida en el agua, ahogados, cerca de un grupo de guardias civiles que disparaba pelotas de goma. ¿Contra ellos? ¿A más de 25 metros? ¿En nuestra frontera o pertenecía a Marruecos? Tantos debates inertes ante una verdad viva: el Mediterráneo se los traga. Aquel día, en pleno siglo XXI, había personas ahogándose mientras responsables de las fuerzas de seguridad del estado español estaban presentes. Hacían su trabajo, pero… ¿cuál era? Perecieron 14, hay quien dice que muchos más. Eran inmigrantes, eran africanos, eran negros. «America first».

Dicen que aquel día hubo una orden desde lo alto: «Que no entre ni uno más». De haber sido así, ¿quién la dio? No se sabrá: la máquina del fango ya ha sepultado el caso y la impunidad lo sobrevuela. Al menos, la Audiencia Provincial de Cádiz lo ha reabierto. Al menos. Pero «America first» seguimos gritando, algunos escandalizados, mientras los cuerpos que se hundieron en la playa del Tarajal siguen sin tener nombre ni justicia. Mientras tantos, millones, se quedan fuera. Repudiados por nuestros muros. Esos que existen aquí y ahora. Esos que son cada vez más altos, efectivos y oscuros.

* Periodista