TNtinguno de los que de verdad entienden de estos asuntos tiene claro cuándo España empezará a superar la recesión. Los pronósticos oficiales postergan sistemáticamente la fecha de ese milagro. Por eso se les presta cada vez menos atención.

Pero de lo que sí están convencidos muchos es de que sin reformas de gran calado, de esta no vamos a salir. Reformas del mercado de trabajo, de la normativa financiera, de la educación y la formación y, sobre todo, de la fiscalidad, del gasto del Estado. Hay quien lo llama sacrificios . Sin utilizar ese término, el Círculo de Economía de Barcelona ha tenido el mérito de articular una propuesta muy pensada y medida, aunque no por ello menos polémica, sobre ello.

Personajes de muy diversa orientación ideológica y colocación social, incluidos destacados exponentes socialistas, coinciden con las intenciones de ese documento. Aunque solo lo digan en privado. Porque temen ser descalificados si lo dijeran en público.

Y es que los reformistas no están de moda. Porque los políticos no quieren hablar de reformas. Ni los del Gobierno ni los de la oposición. La verdad es que tienen motivos para ello, aunque no precisamente encomiables, si lo importante fuera el futuro del país. Pero lo único que cuenta en política es el interés partidista. Y, desde ese punto de vista, ni un PSOE empeñado en evitar la derrota en las elecciones del 2012, ni un PP cuyo objetivo prioritario es el opuesto van a decidir, o proponer, medidas impopulares que les puedan costar votos. De un acuerdo entre ambos para compartir la carga de la iniciativa, mejor ni hablar. Porque parece imposible. El camino a las reformas solo se abriría si el Gobierno asumiera que no repetirá.

Porque esto no es Alemania --en donde los sindicatos aceptan importantes recortes salariales con tal de evitar despidos-- ni Zapatero es aquel Schröder que en el 2002 lanzó su Agenda 2010 --que incluía grandes reformas del mercado de trabajo, de la asistencia sanitaria, de las pensiones y de la política de inmigración-- que le costaron las elecciones y una escisión de su partido por la izquierda. O al revés.