WAwuschwitz es una palabra que condensa todo el horror, aún hoy difícil de entender, de la solución final con la que el régimen nazi quiso exterminar a la población judía de Europa. Cincuenta jefes de Estado y de Gobierno se reunirán hoy en el antiguo campo de Auschwitz-Birkenau, una fábrica de asesinar en la que murieron cerca de un millón y medio de personas, para conmemorar el 60º aniversario de su liberación, rendir homenaje a las víctimas y condenar el Holocausto.

SIN COMPARACION POSIBLE. La muerte sistemáticamente organizada de seis millones de personas por su simple identidad racial no se limitó al asesinato. Perseguía además su deshumanización mediante la destrucción física, psíquica, ética, moral y espiritual. El encarnizamiento del Holocausto no es comparable a ningún otro genocidio anterior, como el de los armenios en Turquía a principios del siglo XX; ni posterior, como los de Camboya, Ruanda o Bosnia. Todos han sido horribles, pero el Holocausto nos recuerda el límite: hasta qué abismos puede llegar la inhumanidad de los humanos, un mensaje aterrador, porque se siguen cometiendo crímenes masivos en todos los lugares del mundo cuando se dan circunstancias determinadas.

UN PESO PARA EUROPA. Auschwitz estuvo en el corazón mismo de Europa. El continente cuna de la civilización y las libertades engendró la mayor barbarie de la historia del hombre. La "ejecución perfecta del reino del diablo", como recordó Elie Wiesel, uno de los supervivientes de este campo de exterminio, ante la Asamblea General de la ONU. Esa perversión atañe a todos. A muchísimos alemanes en particular, pero también a otros muchísimos que contemporizaron o cerraron los ojos. Por eso el presidente francés, Jacques Chirac, ha recordado que Francia "no olvidará lo que no supo impedir". Y en España, con retraso, el Gobierno fija el 27 de enero como el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.

LA URGENCIA DE LA MEMORIA. Recuperar lo sucedido no es sólo un ejercicio histórico. Supone sobre todo una acción de supervivencia civil para cerrar el paso a los rebrotes xenófobos y totalitarios vigentes en la actualidad en toda Europa, a las violencias calculadas. El olvido de lo sucedido es la puerta falsa por la que se han colado de nuevo la intolerancia y la intransigencia en todo el mundo. Hoy en día, el antisemitismo y otras fobias contra los "diferentes" se incuban en el discurso de una extrema derecha que se halla en expansión en Francia, Alemania y Austria, que incluso llega a negar el Holocausto. Por eso es más urgente que nunca saber, no olvidar, lo que ya ha pasado.