Sorprende que haya sido noticia, ahora por Semana Santa, el gesto del Papa Francisco de subir al papamóvil a un niño con síndrome de Down. ¿Noticia por cómo es el Papa, un indisciplinado que rompe protocolos de seguridad y de comportamiento? En absoluto: el mundo ya está acostumbrado a que lo haga. ¿Noticia, entonces, por tratarse de un niño con síndrome de Down? Parece obvio. Si la noticia ha sido noticia es porque así lo había dispuesto el Vaticano, que no es solo una formidable maquinaria de fabricar noticias sino que sabe qué noticia debe fabricar en cada momento. Y el momento era el que era, es decir, la reciente celebración del día mundial del Síndrome de Down, cuatro días antes. La Iglesia sabe más por vieja que por sabia, o como se diga eso, y no iba a desaprovechar la ocasión de mostrar a un niño con síndrome de Down para enviar por enésima vez su mensaje contra la práctica del aborto. Porque el mensaje era también el que era (y es): que todos son hijos de Dios.

Así que el periodismo, una vez fabricada la noticia, estaba obligado a recogerla. Más: estaba obligado a dar por buena la explicación del Vaticano, según la cual el Papa quería hacer realidad el sueño de un niño cuya ilusión era subir al papamóvil. Como los demás niños, por otra parte, ya que el papamóvil tiene algo de juguete. ¿Cuántos niños allí no habrían querido darse una vuelta en el papamóvil por la Plaza de San Pedro? Pero lo que importa es el niño elegido. Elegido porque el gesto del Papa no fue casual, espontáneo, sino que el papamóvil sabía dónde debía detenerse exactamente. Hay que alegrarse por el niño, que ha cumplido su sueño, y hay que felicitar al Vaticano, por su saber hacer. Ahora bien, ¿no habíamos quedado en que no hay diferencias entre un niño con síndrome de Down y un niño sin síndrome de Down? ¿No habíamos quedado en que todos son iguales a los ojos de Dios? ¿A qué, entonces, subir al papamóvil solo a un niño con síndrome de Down?

Para probar que no hay diferencias, mejor habría sido subir a cualquier niño. Pero elegir únicamente a uno con síndrome de Down es reconocer que sí hay diferencias. ¿Y quién es el diferente?.

* Funcionario.