Reconozco que cada vez me emociono menos. Lo dice uno que hace años lloraba cuando veía en televisión una película a media tarde basada en hechos reales. Debe ser la edad, que nos hace duros de roer en esta pose estética de lo políticamente correcto o la propia vida, que está llena de sinsabores o desengaños y nos convierte en insensibles, bloques de cemento armado.

Pero el miércoles pasado, en la entrega de los Premios Empresario del Año de ‘El Periódico Extremadura’, me emocioné varias veces en una sola noche acogiendo una sensiblería como la de antaño. La primera cuando Rosa Simón, representante de Divertea, ONG que trabaja con niños de trastorno del espectro autista (TEA), recibió el premio especial del Periódico por su labor encomiable. Sus palabras de agradecimiento a los trabajadores de esta casa, el amor infinito que profesa por su hijo y la transmisión de ese sentimiento que tiene una madre cuando, ya en la lactancia de su bebé, comprueba que algo no marcha bien y mueve Roma con Santiago hasta encontrar la explicación y tras llorar diez días seguidos es capaz de serenarse y afrontar el reto que le ha mandado la vida, rozó momentos de emoción imposibles de no compartir.

La segunda llegó cuando el Empresario del Año, Atanasio Naranjo, merecido galardón que reconoce el camino emprendido desde un pequeño negocio de fruta hasta lo que es hoy facturando 50 millones de euros al año y dando trabajo a miles de personas, agradeció infinitamente este premio y con tragantones en la garganta y lágrimas en los ojos quiso rendir un homenaje a las mujeres; a las madres y las abuelas, a la universidad de la vida que supusieron en un momento determinado de nuestra historia extremeña cuando supieron suplir la inexistencia de escuelas y de casi todo para transmitir los valores que hoy tienen muchos extremeños como él, lo que permite que se triunfen sin olvidarse de sus orígenes, de su gente, de las miles de mujeres que hoy día siguen trabajando en las centrales hortofrutícolas que dependen de su grupo. «Me quito el sombrero ante la mujer trabajadora y rural», sentenció casi llorando desde el escenario.

La siguiente, la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, quien reconoció la labor de este periódico, «hecho desde Cáceres para el resto de Extremadura». La regidora valoró los 94 años de historia de este diario, que se dice pronto, y la labor fedataria que realiza de todo cuanto ocurre en la ciudad o la región, refiriéndose a la reciente exposición de portadas que ha tenido lugar en el paseo de Calvo Sotelo de Cáceres, donde a la largo de 40 paneles podía comprobarse el acontecer de la vida, no sólo de los hechos destacados en España o en el mundo, sino más concretamente en una ciudad como Cáceres, lo que hace necesario contar con una prensa local que retrate con objetividad y rigor aquello que ocurre ante nuestros ojos porque ya se sabe que quien olvida su historia, está condenado a repetirla.

Por último, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, quien quiso valorar a los premiados, personas que decidieron truncar el destino y emprender en una región no precisamente bendecida por los dioses --en referencia a otros territorios donde se concentrar los núcleos de poder--, pero también valoró especialmente a los trabajadores de El Periódico Extremadura, profesionales que hacen posible «el milagro» de abrir y cerrar un periódico todos los días mientras muchos piensan que es la cosa más normal del mundo. Vara habló de la necesidad de que existan muchos medios de comunicación porque enriquecen la democracia y sobre todo algunos de larga trayectoria como El Periódico Extremadura, el cual publica cosas que gustan y cosas que no gustan, pero cuyo cometido consiste en «contar la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad».

Merece la pena este periódico y merecen la pena estos premios, donde el rigor de un medio de comunicación independiente que lleva a gala hacer periodismo todos los días organiza una vez al año este certamen que se ha convertido ya en cita obligada de la sociedad extremeña. Más de quinientas personas han asistido esta vez y han podido ser testigos de cómo un medio de comunicación, que es reflejo de una sociedad, es capaz de hacer un alto en el camino y reconocer a aquellas personas que en verdad mueven esta comunidad desde la empresa y los colectivos sociales. Por muchas noches de emociones como esta.