El presidente del gobierno catalán, Pasqual Maragall, fue recibido ayer por el Rey, sólo cinco días después de su toma de posesión. La reunión discurrió dentro de lo que debería ser siempre la normalidad institucional: cordialidad y corrección. Maragall expuso sus proyectos y el Rey los escuchó. Ayer también se supo que el primer encuentro de Maragall con el presidente del Gobierno, José María Aznar, no tardará mucho en celebrarse. Ojalá transcurra en este mismo ambiente de entendimiento, alejándose del tono descalificatorio que han mantenido hasta ahora los dirigentes del PP.

La presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, recibida también ayer en audiencia, presumió de que los madrileños contribuyen "cuatro veces más que cada catalán". Esas declaraciones no sentaron muy bien en Cataluña, cuyo nuevo ejecutivo se apresura a demostrar con números que no es cierta tal afirmación. Por el bien de todos, se hace necesario un debate general sobre este asunto, porque no es bueno que cada cual dé razones arrimando el ascua a su sardina y olvidando que la solidaridad es la piedra angular sobre la que se debe basar la estabilidad de los pueblos de España.