TEtsta democracia nuestra es mediática y palabrera. Véase el debate de estos últimos días. Falso, artificial, forzado, deliberadamente confuso. Los juicios de intención a personas e instituciones priman sobre hechos probados y las soflamas ahogan a los argumentos. Me refiero al llamado proceso de paz , así nombrado solo por una de las partes implicadas, el Gobierno y su partido nodriza, pues el partido alternativo, el PP, lo llama "proceso de rendición", mientras que ETA y su brazo político se refieren al "proceso de solución del conflicto". Todo un indicio del mal planteamiento inicial de la operación. Si cada uno entiende una cosa respecto al teórico intento de acabar con el terrorismo vasco, mal vamos. Esa dispersión verbal, y por tanto conceptual, contamina todo lo que tiene que ver con el proceso (mejor así, sin apellidos), sobre el que se ha formado una nube tóxica de palabras con más peligro que el fósforo blanco de los israelíes.

Grandes palabras sobre el Estado de Derecho para mejor encubrir mezquinas intenciones contra el adversario político. Así funciona el rasgado de vestiduras en la plaza pública. En este caso, a partir de unas declaraciones de Zapatero , repicadas por Patxi López y Rodolfo Ares , sobre la posibilidad de que ciertas sentencias judiciales, como la que condena de nuevo al etarra De Juana Chaos , pudieran tener efectos indeseables sobre el proceso . El PP, por boca de Ignacio Astarloa , ha llegado a decir que Zapatero razona como los señores de las pistolas , pero calla sobre la enésima alusión del presidente a la legalidad como marco de eventuales conversaciones con ETA. O sobre el enésimo anuncio de no mover un dedo sin comprobar antes la inequívoca voluntad pacificadora de ETA. Como no conviene a los planes políticos del PP, simplemente se silencia, se mira hacia otro lado, se hace como si no se hubiera escuchado.

Sin embargo, mientras el PP sigue haciendo bandera electoral del asunto, con la intención de romperle las piernas al adversario, aunque el adversario haya sido democráticamente elegido en las urnas para dirigir la gestión de los intereses generales, incluido el intento de pacificar el País Vasco, los cachorros de ETA siguen atentando contra las sedes socialistas, Batasuna sigue denunciando la presión policial y judicial contra sus militantes, y Arnaldo Otegui dice públicamente que la culpa la tiene Zapatero por querer contentar al PP y por ser incluso más duro que lo fue en su día Aznar . ¿No es absurdo todo este debate donde todos tienden a coger el rábano por las hojas, según su particular interés político?

*Periodista