TEtl primer desnudo integral que solemos ver es el nuestro, de niños, cuando estamos sin ropa frente a un espejo. Supongo que en ese momento sólo sacamos conclusiones estéticas de las distintas partes de nuestro cuerpo: tengo los ojos castaños y pequeños, el pelo acaracolado, soy moreno y regordete. Luego, cuando vemos el cuerpecito desnudo de otro niño o niña, nos damos cuenta de que unos y otros tenemos algo diferente: los sexos. Dos órganos totalmente distintos que sirven para lo mismo: hacer pipí. Conforme vamos creciendo, descubrimos que se utilizan para algo más, y dependiendo de la educación que recibamos y de las experiencias que tengamos, los consideraremos materia intocable --los pudorosos--, oscuro objeto de deseo --los morbosos--, o, simplemente, órgano corporal con el mismo derecho a recibir los rayos del sol y el aire que una nariz o una mano --los naturistas--. Pero el sexo siempre nos traerá de cabeza.

Los pudorosos se verán entregados a una cruzada continua para tapar a los que enseñan, porque piensan que el sexo es una parte vergonzante de nuestro cuerpo y debe estar siempre oculto. Los morbosos, esos que a la vista de todos se atiborran de moralidad y a escondidas consumen sexo a granel, desearán que los pudorosos tapen lo que luego ellos intentaran destapar clandestinamente. Los naturistas o nudistas, que pasean sus cuerpos como Dios les trajo al mundo, quizá para sentirse más cercanos a la naturaleza, algo que también Dios ingenió, serán el enemigo a batir por los pudorosos y a perseguir por los morbosos.

En algunas sociedades o entornos, al sexo se lo mitifica o se le da un carácter subrepticio, y ello impide que se conciba con la naturalidad que lo hacen los nudistas.

No hace muchos unos años los españoles viajaban a Francia para ver cuerpos desnudos en el cine, y poco después llenábamos los cines en España para ver películas S. Luego llegó a nuestras playas el escandaloso top-lees, que ya se ve como algo natural. ¿Por qué no un cuerpo entero desnudo?