WDw espués de siete años, hoy acabará oficialmente la operación ´Libertad Iraquí´ tras la retirada anticipada de las tropas estadounidenses de combate. El boato no faltará en una ceremonia en la que tiene previsto participar el vicepresidente de EEUU, Josep Biden, y con la que se pretende escenificar el traspaso del mando a las fuerzas militares de este país árabe. Desde la Casa Blanca, Barack Obama se dirigirá a la nación para anunciar el fin de esta guerra, que fue una de sus promesas electorales y uno de sus compromisos cuando llegó a la presidencia estadounidense.

En teoría, serán ahora los iraquís quienes rijan su propio destino, pero aquella guerra ilegal, ni acabada ni ganada, deja un país todavía por estabilizar, de modo que otra operación, con el rimbombante nombre de ´Nuevo Amanecer´, se activará mañana, 1 de septiembre. En esta fase, pocos cambios habrá en Irak. De aquel cuerpo expedicionario norteamericano, que en su momento alcanzó los 170.000 hombres, seguirán en el país 50.000 dedicados a tareas de asesoramiento y formación del ejército, además de varios miles de mercenarios y contratistas que se sumarán a los 3.000 que siguen en el país, para formar a la policía.

Esta nueva misión debe acabar a finales del 2011, aunque existe la sospecha de que este periodo de tiempo será insuficiente para estabilizar el país y consolidar unas fuerzas armadas extraordinariamente permeables a la infiltración de radicales y extremistas y unos servicios de inteligencia escasos y poco preparados. La presencia estadounidense será también necesaria si, como todo indica, Estados Unidos acaba vendiendo a Irak armas muy sofisticadas. La misma fragilidad que reina en el terreno militar existe en el político, con la incapacidad de los partidos para formar gobierno casi seis meses después de las elecciones del pasado 7 de marzo, pese a los esfuerzos norteamericanos para encontrar una solución.

Donde sí habrá la sensación de cambio será en Washington. A dos meses de las elecciones legislativas de mitad de mandato, Barack Obama necesita cerrar, aunque sea aparentemente, el capítulo de la guerra de Bush y por ello, dentro de muy pocos días, se dirigirá a la nación para definir la nueva etapa. Lo que ya está claro es que no serán los militares del Pentágono quienes dirijan esta nueva fase. A partir de ahora será responsabilidad del servicio exterior; es decir, del Departamento de Estado, lo que explica el aumento del número de civiles armados privados, ya que dicho departamento carece de fuerzas propias. Así, desaparecerá la imagen bélica de la operación, pero la paz y la estabilidad seguirán siendo escurridizas.