La Red Extremeña de Desarrollo Rural, REDEX, celebra estos días en Guadalupe sus jornadas anuales sobre el desarrollo rural en Extremadura, un encuentro de todos los agentes económicos, sociales y técnicos que operan en el medio rural, para reflexionar sobre el futuro que se perfila en los próximos años, plantear nuevos retos y nuevas estrategias para seguir avanzando en el progreso de estos territorios.

No podía dejar escapar la ocasión para emitir algunas opiniones que entiendo son importantes a la hora de afrontar el desarrollo rural en Extremadura en el periodo 2007-2013, donde es obvio que existe un compromiso político serio que se pone de manifiesto en las cantidades destinadas a las ayudas --7.213 millones para España para todo el periodo-- y donde nuestra región, como región de convergencia (renta per cápita inferior al 75% de la media comunitaria) recibirá una ingente suma de recursos. A esta más que evidente apuesta por lo rural desde el ámbito europeo, se le une la puesta en marcha de la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, publicada la semana pasada en el Boletín Oficial del Estado, y que va a permitir que el 90 por 100 del territorio español, considerado rural, se beneficie de la aplicación de medidas denominadas horizontales en materias de educación, cultura, vivienda, transporte, comunicación e incluso seguridad. Por tanto, el escenario político y los recursos públicos a disposición de los territorios rurales, parecen ser adecuados al comienzo de lo que, a buen seguro, será la mejor oportunidad para lograr que en este país, se acorten las distancias aún existentes entre las ciudades y los pueblos.

XADEMAS DELx componente político y del económico, necesarios para que se garantice un equilibrio y se genere el dinamismo necesario para que siga moviéndose el motor del desarrollo rural en nuestra región, hasta ahora --en mi opinión-- no se ha profundizado demasiado en el aspecto social, en la búsqueda de estrategias de participación social innovadoras y en remover el componente humano, en acciones de puesta en valor de lo que se llaman ahora los intangibles, esa fuerza social que bien estructurada puede y debe contribuir a transformar la realidad rural e incorporarse a los procesos estratégicos y a los programas de desarrollo rural. A lo largo de estos últimos 15 años de ruralismo en nuestra región, se ha venido aplicando un modelo específico de gestión y de implementación de las políticas rurales, basado en la creación de partenariados y de Grupos de Acción Local, donde estaban representados, en mayor o menor medida, los diferentes sectores económicos y sociales de los territorios, pero posiblemente sin el porcentaje de representación más adecuado, lo que a mi juicio ha distorsionado algo el factor social, algo que deberíamos evitar en el futuro, sobre todo pensando en fortalecer la masa social que impulse este proceso de cambio en el que estamos inmersos, buscando quizás un mayor grado de autosuficiencia con respecto a políticas estructurales y un mayor compromiso de la gente con sus territorios.

Dicho esto, es muy importante adelantarse en el tiempo, planteando sin complejos, retos posiblemente imposibles hace unos años. El modelo de desarrollo de los territorios rurales extremeños tiene la madurez y consistencia suficientes como para poder afrontar nuevos planteamientos, entre los que destacaría algunos: fortalecer e impulsar un consejo territorial del medio rural extremeño con dinamismo y representación social suficiente para servir de interlocución entre los grupos y la administración regional; fomentar e incrementar las alianzas territoriales y la puesta en marcha de programas de cooperación territorial con Portugal y con Iberoamérica; establecer y diseñar procesos de participación social más activos y dinámicos, que permitan una mayor fluidez de ideas y una visión más integradora con respecto al futuro de los territorios; y finalmente, agilizar el proceso, delegando o transfiriendo algunas competencias.

*Técnico en Desarrollo Rural