WEwl Gobierno de Zapatero ha asumido el reto de facilitar la emancipación de nueve millones de jóvenes entre 15 y 29 años. Es un objetivo tan ambicioso como inaplazable. Porque el 68% de quienes no han cumplido los 30 años años viven aún en casa de sus padres, acuciados por la carestía de la vivienda y por la precariedad laboral. Y con un menor nivel de preparación, ya que, en los últimos cinco años, el porcentaje de quienes cursan estudios superiores se ha reducido del 55% al 45%. Para quebrar estas tendencias, el Gobierno ha aprobado un plan trienal que implica a 10 ministerios, con cientos de actuaciones y una inversión de 2.300 millones sólo en el 2005. Es un presupuesto respetable. Sobre todo porque la parte del león se dedica a promoción del empleo, formación laboral y ayudas para vivienda. Sin embargo, de poco servirá si no consigue una actuación integral, sostenible y asumida como una prioridad de la acción de gobierno.

Zapatero, como sus antecesores, ya tiene un plan de juventud, que puede ser tachado de utópico si se quiere. Habrá que auditar su eficacia. Pero los otros nunca llegaron a nada, y el problema se ha agravado hasta el punto de que este país se juega su futuro si no lo resuelve.