TLtas discordias entre los socios de gobierno del Ayuntamiento de Cáceres, exhiben, día sí y día también, un decepcionante espectáculo. Como los males nunca vienen solos, el edil de Foro Ciudadano, señor Felipe Vela suspende los pactos firmados y se suma a los desaires del señor Pavón y a la maraña que no cesa.

No me extraña que no se vea a la alcaldesa, como dice el señor Vela: no debe andar muy deseosa de lucir palmito con estos dos socios de gobierno que parecen trabajar con empeño para lograr el desgobierno.

Si el señor Pavón va consolidando la imagen russoneana del buen salvaje , desdeñando la finesse de la politesse y las elegantes formas bizantinas que la misma requiere atrincherado en creencias crepusculares y en el bizarro y obsoleto llamar al pan pan y al vino vino, el señor Vela reclama su exhibicionista genética deseando dar luz y no ser escondido bajo el celemín: quiere lucir en Bruselas y en Madrid, aunque la queja, como sabemos, tenga más subsuelo y recorrido subterráneo.

Ninguno de los dos ediles parecen muy conscientes de las consecuencias de su modo de actuar: el primero, empeñado en la doctrina, desconoce que está dejando abrasada la tierra y que su organización va a tardar muchos lustros en recoger otra cosecha, y el señor Vela, que ya quemó sus naves con el anterior gobierno municipal, no sabe a qué tabla agarrarse para no asentar la imagen de náufrago que se trabaja. No es un suicida, pero el personal sabe que la cuota de poder va con la cuota de votos y que las tuercas tienen un punto: si te pasas, saltan.

Obsesionados con sus particulares patios y cocinas, amenazan al alimón, con velados chantajes y arrebatos cismáticos, sin tener en consideración los compromisos contraídos con la ciudadanía.

Si ahondaran en ellos y se echaran a un lado, posiblemente se vería más y mejor a la alcaldesa, una mujer que, quizá, nunca debiera haber aceptado regalos de dos extraños.