Mahathir Mohamad ha ganado las elecciones en Malasia al frente de una coalición de cuatro partidos denominada Pakatan Harapan que, dada mi facilidad con el malasio, traduzco: «Pacto por la Esperanza». Logró 131 escaños de los 222 que estaban en juego desbancando al Barisan Nasional o Frente Nacional que se había mantenido en el poder 61 años. Lo curioso es que Mahathir tiene 92 años, siendo el líder electo (o sea, democrático) más longevo del planeta. En la Moncloa está noticia cayó en principio muy bien, aunque después supuso un jarro de agua fría la precisión del malasio que no piensa permanecer al frente del Gobierno más allá de dos años, dada su avanzada edad. «Allá Malasia con sus irresponsabilidades, no se puede abandonar el gobierno a mitad de legislatura o comienzos de siglo» afirmó dolido Mariano.

En este terreno, siempre he tenido gran estima por Konrad Adenauer, del que me impresionaron sus ‘Memorias’ publicadas por Rialp (libro que presté y por lo tanto perdí) pues Adenauer es ejemplo de que nunca es tarde para comenzar y recomenzar en la vida, en su caso haciendo el bien. Konrad Adenauer nació en 1876 y llegó a Canciller de Alemania en 1949 a los 73 años de edad. Antes había sido alcalde de su ciudad natal, Colonia, donde le habían repuesto los aliados. Su vida parecía truncada por el infortunio, en 1917 (41 años) sufrió un terrible accidente que le afectó de por vida. Encarcelado por los nazis fue liberado por los norteamericanos pero al quedar Colonia como zona de ocupación británica, éstos (que ya metían la pata antes del brexit) le prohibieron ejercer la política, intentando favorecer a los socialdemócratas alemanes. De nada les sirvieron estas trabas pues llegó a Canciller y desde allí contribuyó al surgimiento de las Comunidades Europeas, siendo uno de los «Padres de Europa» junto a Schuman, Monnet y De Gasperi. Adenauer se mantuvo como Canciller hasta los 87 años (1963). Falleció con 91 años en 1967. Católico coherente y comprometido, muy trabajador y con olfato político proverbial (suya es la frase de que en política hay enemigos, adversarios y compañeros de partido, siendo los más peligrosos los últimos), si sería listo que se casó con Emma Weyer a quien llamaban Gussie, con quien se llevaba 28 años de edad, lo que no le impidió tener 8 hijos y ser, también, un padre ejemplar.

Claro que Adenauer era un político honrado, espejo en quien mirarse en estos tiempos de amor y de miedo líquido, en este mundo donde todo parece provisional o dura poco, donde quieren hacer creer que nada es estable o se transforma a cada momento. Sumidos en esta precariedad, que es una forma de miedo, en este cortoplacismo, se pierde la fe en la política y confianza en los gestores, resignándonos a mediocres, ineptos, profesionales de lo público.

Konrad Adenauer, como católico, tenía referencias sólidas, y luchaba por ejercerlas. Nunca era tarde para llegar. Los problemas de la vida son como el viento de una tormenta, o levantamos el vuelo o caemos. Nunca es tarde. No importa lo pasado ni los «ojalás» antiguos (ojalá no me hubiera casado, ojalá no hubiera trabajado allí…). Siempre se puede volver a empezar, la vida es comenzar y recomenzar hasta llegar a la meta.

¡Hacen falta más Adenauer!