La situación anómala que en los últimos cinco años se ha producido en las relaciones entre España y Estados Unidos se encamina, por suerte, hacia el final. Anómalo era que dos socios que están integrados en la estructura de la OTAN, dos democracias defensoras de valores similares, dos países en los que decenas de millones de personas usan el mismo idioma para expresarse, dos socios comerciales de primer nivel tuvieran, sin embargo, dos presidentes que no se hablaban ni mantenían relaciones. Ese era el caso de George Bush y de José Luis Rodríguez Zapatero, que han protagonizado un lamentable desencuentro desde que el presidente español, recién elegido, llevó a efecto en el año 2004 su compromiso con el electorado de retirar las tropas españolas que estaban en Irak, por considerar, con razón, que se trataba de una guerra injusta.

George Bush nunca aceptó ese gesto soberano, que entendió como la traición de un aliado. Y a ello se unió el juego subterráneo y de dudoso patriotismo llevado a cabo por el Partido Popular y, en especial, por el expresidente José María Aznar, socio del exdirigente de Estados Unidos en su aventura militar contra Sadam Husein. José María Aznar no dudó en desacreditar a José Luis Rodríguez Zapatero en los ámbitos internacionales.

La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y a la presidencia de Estados Unidos ha cambiado completamente el panorama en las relaciones bilaterales con España. El presidente demócrata se mostró, durante la campaña y en un debate frente al senador John McCain, decidido al diálogo con España, y después ha realizado públicamente elogios de la apuesta española por las energías renovables. Por eso el presidente Rodríguez Zapatero el mismo día 20 de enero se dirigió por escrito a Barack Obama para felicitarle por su triunfo electoral y sugerir una profundización en las relaciones bilaterales. El líder estadounidense no ha sido insensible y ha respondido a la misiva del mandatario español. Falta ahora establecer el marco adecuado para que se visualice la normalización de las relaciones entre los dos presidentes.

De momento, la ministra de Defensa, Carme Chacón, viajará el próximo mes de junio a Washington para entrevistarse con el secretario de Defensa del ejecutivo de Obama, Robert Gates. Paralelamente, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, mantendrá contactos con Hillary Clinton, responsable de la diplomacia de Washington. Son muchos los temas de interés mutuo, pero Estados Unidos necesita especialmente el apoyo de España en Afganistán y en Latinoamérica. Y haríamos bien en prestarlo, pero no con sumisión, sino como un aliado leal que merece el respeto de la superpotencia.