Al regresar a casa esta tarde, percibí que la vida estaba cambiando. La vida reciente, me refiero. Como si todo volviera a activarse. Como si estas semanas de verano hubieran sido un espejismo. A eso le llaman vacaciones. Y, así, repetimos los antiguos hábitos de quien vuelve al redil de las viejas costumbres: la casa de nuevo abierta, las tardes más cortas y septiembre por delante para poner otra vez todo en marcha.

En la misma calle por donde siempre paso ya hay maceteros gigantes para prevenir el miedo, para intentar quitarnos la certeza de que somos vulnerables, tanto, que ni siquiera nos damos cuenta de lo mucho que lo seguiremos siendo a pesar de los obstáculos. Es significativo, a veces sorprendente, cuántos virtuales y físicos van apareciendo por todas partes, esos que debemos sortear sí o sí para sentirnos mejor. Asistimos entonces a ceremonias tales como el debate inútil de los políticos que buscan escapatoria unos de otros. No les pondré ningún ejemplo porque seguro que se les viene más de uno a la cabeza. Tan curioso o desasosegante como asistir a la ceremonia de la confusión de quienes no saben comunicarse, convirtiendo las palabras en humo y hielo, ese teatro común en el espectáculo diario de los televisiones. Qué paradoja. Les llaman medios de comunicación.

De obstáculos también están hechas las almas. Los sentimientos no reconocidos. Las dificultades para amar. No sé qué impedimentos ni qué barreras los provocan porque no me considero apto para opinar, pero asisto con amigos a esas ceremonias donde aprendo que llevarse bien con el amor es todo un lujo en estos tiempos.

No puedo negarles que creer que no existirán días nublados es como pensar que todo el mundo es feliz, sin impedimentos para vivir mejor. Solo puedo decirles eso de que les vaya bien septiembre, que empieza el curso. El verano próximo contaremos los obstáculos vividos. Ojalá no sean muchos. No se desesperen si encuentran alguno. La fiesta acaba de iniciarse y, cual símil futbolístico, esto no es como arranca sino como termina. Al tiempo. Feliz vuelta a lo cotidiano.