TAt veces la vida me parece aire seco con sabor a viejas leyendas. Nunca caeré en el error de creer que sea una fulgurante noche por estrellas iluminadas. El hombre no sabe de límites. Haz una lectura profunda de lo que ves, oye y observa cada día tanto en lo político y social como en lo eclesial, no digo religioso. Cualquier rasgo de honestidad más allá de lo que permita el sistema en el que se esté tropezará con la obstrucción de algunos, la indiferencia general y la artera disuasión de los que vocean ser amigos.

Y es que vivimos en un contexto social en el que priva la adulación, se cotiza alto la adhesión incondicional y se premia cualquier tipo de la rica flora servilista. El hombre justo, el ciudadano cabal, apenas puede encontrar apoyo.

De mil manera personas, que se llaman amigos o figuran como altos responsables susurran confidencialmente o al oído chismes, etiquetando o poniendo en guardia, movido sabe Dios por qué bajos intereses, contra personas honestas hasta abortar al hombre bueno y cabal que todos estamos llamados a ser. Así el mundo se va poblando de sietemesinos, conformados, integrados, disciplinados y adaptados a la situación de injusticia que se enseñorea del mundo.

*Sacerdote