La reciente reforma del Estatuto de Autonomía de la región, ha despertado de mi memoria imágenes de aquellos tiempos en que empezábamos a caminar como una joven comunidad autónoma; tiempos cargados de sincera y espontánea ilusión que tenía algo olvidados.

Pero de entre todas las imágenes, de la que más gratos recuerdos tengo, son todos aquellos relacionados con la celebración que se hizo, primero, en Guadalupe, y, posteriormente, en Trujillo, del día que entre todos los extremeños eligieron como el día de nuestra comunidad, el ocho de septiembre.

Allí veías las caras llenas de esperanza e ilusión de todas esas gentes venidas de cualquier parte de la Extremadura diversa y plural, que por un día habían aparcado todos los problemas cotidianos, y que, perdidos todos los complejos y tabúes, creían y confiaban de que juntos podíamos construir una Extremadura mejor, más justa y moderna; juntos habíamos aprobado el estatuto de autonomía, después de tantos años de condena a la oscuridad, el abandono y la emigración; juntos habíamos parado la construcción de la central nuclear de Valdecaballeros que, como siempre, iba a enriquecer a otras regiones; juntos hacíamos lo imposible posible, con los esfuerzos de todos nosotros; juntos-, habíamos logrado tantas cosas que ahora no alcanzo a recordarlas todas.

Por eso, recuperemos el Día de Extremadura como un día de convivencia conciudadana, y no, en un vulgar día festivo con celebraciones institucionales tan alejadas de todos los ciudadanos. En Guadalupe, en Trujillo-, el lugar da igual, pero con un punto en común: la inquietud y el orgullo de ser ciudadanos extremeños.

Bienvenido Gutierro Cuadrado **

Miajadas