TUtn primo de mi madre, locuaz y polemista, se lamentaba una tarde de este agosto que huye sin remedio de lo que habían cambiado las costumbres estivales: ya no se diserta como antes, los veraneantes sólo apetecen disfrutar de sus familias, sentarse a la puerta al fresco, contemplar el mar, cuidar de sus nietos. Imposible mantener una conversación entretenida. Mi hermana, sensata y pacífica, me susurraba sonriente: lo que no quieren es discutir. Y es que la gente corriente apura mientras muere el verano la compañía de los seres queridos, el cariño del que no gozarán en el largo invierno, la armonía del afecto verdadero en el que reside la paz interior, el difícil lujo de la serenidad. Algún comentario jocoso sobre fútbol, alguna pulla inocente al equipo contrario, los boquerones del chiringuito, el mágico amanecer en el barco o la receta casera de los caracoles: por cierto, el viernes es mi última oportunidad para comprar las especias. ¡Qué distintos los españoles de su clase política! Esta inauguró el estío a tortas verbales y lo clausura igual, mientras los medios ya se hacen sabroso eco de las ofensivas que preparan los diferentes partidos. Porque el caso es ofender o sentirse ofendido. La señora de Cospedal se ofendió y acusó al Gobierno de espiar. Después se fue a la playa, guardándose las pruebas bajo el bikini. Los populares se ofendieron con razón por la vergonzosa cuerda de presos y desde entonces andan midiendo varas y han puesto a su chica lista a preparar informes sobre las ofensas recibidas. Rajoy , muy ofendido, sí, dice ahora que denunciará- o no. Se ofenden, ¡y mucho!, los catalanes pues el Estatut será inconstitucional- o no. Blanco y Alonso , afrentados ante las mentiras masivas y demás desvergüenzas responden ofendiendo y el Gobierno en fin quizá por emular la retranca del gallego afirma que subirá los impuestos a las rentas más altas- o no, congelará los salarios- o no, vacunará de la gripe- o no. Yo, mirando al mar, sueño con una clase política educada y eficaz. Algo inalcanzable ¿O no?