TAt A pesar de las dos últimas bombas de ETA, que no han causado heridos pero sí importantes daños materiales, el presidente Zapatero ha vuelto a tender la mano a la organización terrorista para iniciar el diálogo, una vez que la banda determine el abandono de las armas. Da la impresión de que el presidente del Gobierno se quiere cargar de toda la razón de quien ha dado oportunidades claras a los terroristas para que visualicen que su tiempo histórico ha terminado, sencillamente porque no tienen, en toda Europa, el oxígeno que les permita sobrevivir como una organización criminal. Todo proceso de liquidación de una organización terrorista es complejo por su propia naturaleza. Siempre hay quien ha hecho del crimen un modo de vida que considera insustituible. Si Estados Unidos recluta voluntarios para Irak entre los paramilitares colombianos o ex combatientes de las guerrillas, lo hace porque sabe que el oficio de matar es difícilmente sustituible por una inserción en la vida civil.

En el seno de ETA se está produciendo un debate entre los más fanáticos, que quieren mantener su actividad terrorista a toda costa, y los pragmáticos, que se han dado cuenta de que, con el nivel de infiltración policial que padecen y con la cooperación europea, acabar con la banda es sólo cuestión de tiempo y de paciencia. Ese es el gran dilema de quienes tienen voz en ETA: ir cayendo poco a poco, en una agonía sin posibilidad de diálogo con el Gobierno, o entregar las armas y abrir un proceso histórico de pacificación.

Cuando el presidente insiste en que su oferta de diálogo no ha paralizado las acciones policiales es verdad: las redadas continúan y los jueces siguen sentenciando penas de cárcel para todo terrorista incrustado en un sumario. Lo deseable sería que todos tuviéramos un poco de paciencia y de confianza en las instituciones para dar una oportunidad a ETA de que recapacite, y, sobre todo, al Gobierno su espacio para que lleve adelante su política. Sobre todo porque la acusación de dejación de responsabilidades que el PP hace al Gobierno está lejos de la lógica de las cosas y del sentido común.

¿Quién cedería sus derechos cuando va ganando la partida? Y eso es indiscutible: el Estado, el Gobierno y toda la sociedad ya hemos vencido a los terroristas. Se trata sólo de acelerar los trámites del final de la violencia, y en ese empeño merece la pena la oferta hecha por Zapatero.

*Periodista