TSte está poniendo la cosa muy seria y o nos transformamos en policía científica en poco tiempo o lo vamos a pasar mal. Las acciones de terror, gracias a Aznar, se han complicado. Ha llegado el momento de dudar, en el mejor de los sentidos, aunque sea por propia sobrevivencia. Las comunidades de vecinos tendrán que modificar sus tareas, y si a tu vecindad llegan tres indios y un paquistaní y tres morapios, la inmediata es ir a saludarlos por las buenas, decirles que al prójimo como a ti mismo, pero que la comunidad hará rastreos de pisos cada vez que lo crean conveniente, y si no lo hará la policía científica. Todo menos que te llenen la casa de explosivos y detonadores. Yo tengo la sensación que esos vecinos de Leganés no han estado acertados. Lo primero de todo es que no ha habido un mínimo control de convivencia, y hasta llego a pensar si se hablaban entre ellos. En mi caso, que soy muy mal pensado, lo hubieran tenido difícil. En nuestro país se tiene la mala costumbre de levantar las paredes de tu propiedad, y basta ver nuestros chalet, a los que se le suele levantar una pared y después se les pone cristales o una alambrada de pinchos. Es una mala interpretación de la seguridad. Una sociedad libre debe ser permeable. Mi vida no tiene por qué ser un misterio para los demás.

Dice Castilla del Pino que los seres humanos disponemos de dos biografías, dispares entre sí, pero dependientes. Una la forma el conjunto de nuestras acciones observables y observadas. La segunda es la impenetrable o íntima y ahí poco se puede hacer. Piensen en Saponi, ¿cómo será por dentro? Esa vida es muy difícil. Pero la de un marroquí que vive con otros cinco, es cuestión de interés. Estén ojo avizor; sólo ha hecho empezar.

*Escritor