TAtcaba de comenzar la Olimpiada del 2008, que culminará con los Juegos Olímpicos en la capital China. Durante estos cuatro años el país más poblado de la Tierra debiera ser el centro de la atención mundial para que la dignidad humana de la que habla la Carta Olímpica haga acto de presencia.

La elección de Pekín hace cuatro años estuvo rodeada de las promesas del comité organizador de los juegos olímpicos sobre las perspectivas de un cambio de rumbo hacia un respeto a los Derechos Humanos, pero ya han pasado tres años y la situación no ha mejorado nada, aunque las autoridades chinas consideren un avance sustituir ejecuciones por inyecciones letales.

Esperemos que en los próximos cuatro años dejen de ejecutarse diez mil personas al año, deje de existir la tortura sistemática y sea posible ejercer la libertad de expresión y de religión.

Es muy probable que el evento sea aprovechado para mostrar al mundo las posibilidades de ese enorme país, pero no demostrarán nada si la llama olímpica no arrasa de una vez por todas con la ignominia y la vergüenza.

*Activista de los Derechos Humanos