WUw nicamente un abandono, improbable en estos momentos, por parte de Juan José Ibarretxe podría alterar lo que todos los indicios apuntan: la elección de Patxi López como nuevo lendakari al frente de un Gobierno en minoría apoyado desde fuera por el Partido Popular y, de ser necesario en el caso de que no obtenga finalmente un escaño más en Alava, por la Unión, Progreso y Democracia (UPD) de Rosa Díez. Un Gobierno a todas luces difícil pero quizá el único posible, a la vista de la distribución de escaños en el Parlamento vasco, y que merece la pena intentar después de 30 años de monopolio peneuvista. Y es que con Ibarretxe y sus planes soberanistas el Partido Socialista de Euskadi (PSE) no tiene nada que hacer; sin él, aún podría explicar a su electorado el sacrificio por un pacto entre los dos principales partidos de Euskadi en razón de la necesidad de armar un gobierno con la base lo más amplia posible. Pero el PNV no quiere, o no puede, prescindir de Ibarretxe, al menos en estas primeras semanas decisivas antes de la investidura, a pesar del vértigo que le provoca la perspectiva de perder el Gobierno que ha presidido desde los albores del Estatuto.

López cuenta a su favor con el nuevo talante del PP vasco, que poco tiene que ver con el de hace apenas un año. La nueva dirección popular quiere hacer política y no solo ideología, y no condicionará la formación de un Gobierno monocolor del PSE, al que se verá obligado a apoyar so pena de traicionar su mensaje de cambio en Euskadi. Si acaso, el PP exigirá recuperar la alcaldía de Getxo y la Diputación de Alava, que perdió a consecuencia de acuerdos del PSE con el PNV.

El líder socialista tiene otro as en la mano: sumar a su Ejecutivo, además de los barones del partido, a personalidades independientes procedentes incluso del área nacionalista, lo que le permitiría lucir un Gobierno de mayoría sin serlo en sentido estricto. Y cuenta con el apoyo del PSOE, cuya ejecutiva ratificó oficialmente ayer lo que le habían prometido antes Zapatero, José Blanco y también Felipe González: manos libres para pactar y ser lendakari. Para compensar la previsible pérdida de apoyo peneuvista en el Congreso, Zapatero no tiene más salida que reconciliarse con CiU. Y para ello será preciso, como mínimo, que se alcance un acuerdo en financiación de la Generalitat de Cataluña.

Al otro extremo del norte de la Península, Emilio Pérez Touriño ha pagado con su cabeza la derrota electoral ante el PP. El fracaso resulta más sangrante porque el PSdeG, después de solo cuatro años en el poder, partía como favorito para reeditar su pacto de gobierno con el Bloque. Pero perdió las opciones en la campaña electoral, desmintiendo aquella teoría de que estas no hacen cambiar de voto, tan solo sirven para consolidar el propio. El juego sucio del PP, que es el argumento esgrimido para convencerse de la derrota, no es, sin embargo, explicación suficiente.