Desde hace ya varias semanas se viene hablando o escribiendo, que no es lo mismo pero es parecido, de las opiniones vertidas por el crítico Ignacio Echevarría acerca del papel, actitud y posición de los escritores entorno al uso de su "libertad" para "cuestionar ideas y criterios de juicio". Su perspectiva no es muy positiva: "Y es que me cuesta encontrar, en la prensa española al menos, ejemplos de escritores dispuestos a sacudirse la mansedumbre generalizada y a emplear criterios y elementos de juicio distintos a los que instruyen y vehiculan los periódicos en que colaboran". De esta misma línea es Juan Palomo: "que en España no hay debate intelectual, que la mayor parte de los escritores de nuestro país andan, desde hace años ya, perezosos ante la disensión y acomodados en el ahí-me-las-den-todas". Para no contradecir, no diré mi opinión. Pero sí planteo a consideración una posible vía de salida, un posible movimiento de desplazamiento, que nos viene como anillo al dedo en estas fiestas y en los rituales que la acompañan. Propongo que a partir de ahora cada artículo o columna de escritor venga acompañado de una sección de notas a pie de página con las opiniones y sensaciones de sus familiares al respecto de lo que dicen y cómo lo dicen. Pero transcritas literalmente de lo que manifiestan en las comidas y cenas que se realizan en estas fechas, saltando todo formalismo y haciendo uso de una sinceridad y honestidad brillante, producto de la confianza mutua o del ambiente o quizá del alcohol. Mi experiencia a este respecto es sorprendente, qué agudeza, qué ingenio, qué humor, y cuánta verdad, cuestionando ideas y criterios de juicio. A lo mejor así se completa esa "libertad" cuestionada. Yo por lo pronto le pido perdón a mi tío por no ser capaz de evitar las citas.