El presidente de la Junta, Fernández Vara, hablaba esta semana de la estabilidad política que hay en Extremadura como un factor de oportunidad económica, en un momento en que la fuga de empresas en Cataluña sigue por no haberse resuelto el problema, y de incertidumbres europeas por el avance de la extrema derecha, además de la preocupación que se va extendiendo sobre la disponibilidad de alimentos. En esta última línea iría la propuesta de un grupo inversor árabe para instalar en Mérida una azucarera, un proyecto que estaría solventando los últimos flecos para decidir si se pone aquí o en la isla de Gran Bretaña.

La situación de Cataluña, tras demostrar las elecciones del día 21 que el balance de fuerzas apenas ha cambiado entre constitucionales e independentistas, salvo un trasvase interno de votos dentro de los bloques -de PSOE y PP hacia Ciudadanos, o de los Comunes hacia el partido de Puigdemont-, hace que según el presidente extremeño los inversores internacionales, y grandes empresas españolas, ya han decidido huir de esa inestabilidad.

El ‘lío español’, como lo ha llamado, abre puertas a Extremadura como lugar de destino para inversiones, y en aprovechar estas oportunidades la región se la juega porque está en una precaria situación económica y de sostenibilidad. Más que nada porque aunque no se diga expresamente, la tendencia en la nueva financiación autonómica, que llegará tarde o temprano, acentuará las necesidades de autonomía económica puesto que la crisis catalana, también tarde o temprano, se resolvería provisionalmente con una concesión en ese sentido.

La energías renovables como las solares o eólicas -pronto habrá un primer parque de aerogeneradores en la región-, y la producción de alimentos serán según la Junta los campos principales donde atraer nuevas inversiones. En el Medio Oriente y en África, a consecuencia del cambio climático e incrementos de la población, preocupa mucho la oferta para alimentarla.

De ahí el interés de inversores árabes por Extremadura como posible ubicación de la azucarera, y de posiblemente otras industrias alimentarias subsiguientes. O de Nigeria, un país africano con 200 millones de habitantes, y perspectivas de llegar a 400, cuyos expertos visitaron días atrás la región para aprender la política de regadíos, heredera del Plan Badajoz.

En ese sentido las reservas que pueden contener nuestros inmensos pantanos “son el oro del siglo XXI”, señala Vara. Agua, radiación solar y tierra para elaborar alimentos, sol y grandes terrenos para producir energía eléctrica renovable… Pero también extensas zonas de valor ambiental y paisajístico a tiro de tren de Madrid, por lo que la Junta trabaja con inversores en proyectos de ocio, turísticos y residenciales.

La posición del presidente de la Junta -incluso en contra de sectores del partido- por la gobernabilidad de España a finales de 2016, y la necesidad de permitir a Rajoy formar ejecutivo, le han abierto puertas. También su agilidad a la hora de pactar presupuestos con el PP, dos, y un tercero con Podemos.

Y la que tendrá que ejercer posiblemente ante los resultados de las elecciones autonómicas de mayo de 2019, con un Ciudadanos hacia arriba y un Podemos hacia abajo según las actuales encuestas. Es probable que el papel de árbitro que tuvo Podemos en 2015 en la región a la hora de que Vara fuera presidente -las bases moradas votaron un sí- lo tenga Ciudadanos dentro de dos años una vez que la postura clara en Cataluña le ha colocado, allí, en la primera formación de centroderecha.

Va a depender, esa pugna Ciudadanos-Podemos por ser la tercera fuerza política en la región, de las estructuras comarcales y municipales que puedan poner en marcha. C’s la está extendido y consolidando, Podemos echará mano en cierta manera de la de IU-PCE.

* Periodista