Se queja Javier Marías de la irritación permanente en la gente justiciera, que alimenta su inquina con sentencias, chalets o tweets de hace diez años y actúa como una moderna inquisición. Añade que, asumiendo las infamias de la historia de la humanidad, no es este el momento más luctuoso ni más cruel, pues incluso en eras de optimismo, como el Renacimient, existían más desigualdades, guerras o esclavitud que hoy. El escritor atribuye a las redes sociales esta perpetua irascibilidad.

Mas puede que yerre el novelista. Las redes multiplican el pesimismo pero también el optimismo. Y a menudo crean un ambiente feliz bastante injustificado. Hoy, por ejemplo, sin que haya habido vuelco electoral, en ciertos ámbitos se extiende un optimismo sobre la situación española, como si una sentencia, una moción de censura y un cambio de gobierno con más mujeres que hombres pudieran disipar los negros nubarrones que amenazan a España y, de pronto, se fueran a solucionar en dos años y a golpe de decreto ley y no de mayoría parlamentaria, el paro, la deuda pública, las pensiones, la inmigración y el problema catalán. Que hasta el AVE va a llegar a Extremadura en un pispás.

Pues una no cree que porque el inquilino de Moncloa no ande en cinta sino que corra con su perra, España sea otra. Sus promesas de diálogo ya las ofrecía Rajoy, si es que realmente se hacen dentro de la Constitución. Y su férrea y repentina voluntad de aprovechar ese gobierno endeble no para convocar prontas elecciones sino para aprovecharse electoralmente con gestos pretendidamente progresistas disfrazados de reconciliación, o sus guiños a los presos independentistas, sin que por parte de Torra se haya visto cambio alguno, más que tranquilizar inquietan.

No ve esta humilde opinadora motivos para un pesimismo atroz. Ni que porque Sánchez domine mejor que Rajoy la propaganda y la venta de su atractiva imagen, se vayan a solucionar los problemas económicos, sociales, políticos y territoriales. Ni tampoco, por ejemplo, que lo urgente esté ahora en El Valle de los Caídos.

*Profesora