El compromiso que Carmen Heras adquirió al poco tiempo de llegar a la alcaldía de Cáceres parece que empieza a tener visos de hacerse realidad. Una normativa municipal que regule el ocio en una ciudad que desde hace cinco años pierde enteros en materia de oferta nocturna es una asignatura pendiente y un compromiso urgente que debe cumplirse. Sería un error entender que la futura Ordenanza Municipal sobre Protección del Medio Ambiente en materia de Ruidos y Vibraciones solo servirá para dar rienda suelta a la venta de copas en los bares.

Es vital entender esa ordenanza como uno de los mecanismos básicos para que la ciudad pueda aspirar con garantías a convertirse en capital europea de la cultura. Y es así básicamente porque gracias al nuevo marco legal muchos establecimientos podrán convertirse en cafés concierto, lo que les obligará no solo a vender bebida, también a vender cultura. En Cáceres eso se puede hacer. Lo estamos viendo estos días con el festival Extremeña Sonora o con el proyecto Compás de Espera de la Consejería de Cultura que preside Leonor Flores. Es compatible la música con una ciudad que nunca debió apagar sus altavoces.