No han transcrurrido dos meses del nuevo año y ya han sido asesinadas 14 mujeres en España a manos de sus parejas o antiguos compañeros. Los dos últimos casos registrados ayer comparten un elemento que agrava aún más las circunstancias de las muertes: sobre los agresores de ambas mujeres pendían sendas órdenes de alejamiento que no les debería haber permitido acercarse a ellas. El fracaso del sistema ha sido aquí dramáticamente manifiesto, tal como lo ha reconocido la propia fiscalía para la Violencia contra la Mujer al asegurar que «no hemos sabido valorar adecuadamente el riesgo» La vecina fallecida en Cataluña había presentado denuncia dos veces y pidió orden de protección que le fue concedida... pero nada de eso evitó su trágica muerte. La figura de la orden de alejamiento -que no hay que olvidar la dictan los jueces en casos de amenaza extrema- se revela como una herramienta a todas luces ineficaz si no va acompañada de medidas de seguridad y control más visibles y próximas a la persona acosada. Las actuales órdenes de alejamiento no dejan de ser un papel mojado que nunca será capaz de frenar la ira ciega de un asesino. La ley integral contra la Violencia de Género data del 2004, y aunque la lucha contra el machismo es un reto colectivo que a todos nos interpela, urge la revisión de muchos de los protocolos de esa norma que se han mostrado ineficaces, empezando por el de la orden de alejamiento.