Autor teatral

Prevengo que no estoy muy de buenas, que me asfixia tanto bochorno --incluyan ustedes los que quieran--, y que tanto verano de golpe me estringe las meninges, y me dilata la factura por tanto aire acondicionado.

A estas alturas los extremeños deberíamos tener veranos vitalicios, como los niños de la tierra que tienen verano sin escuelas. A ver si pica Ibarra y nos alquila la costa onubense, que al fin y al cabo en Matalascañas o Punta Umbría seguiríamos bailando el Candil , aunque fuera entre olas alquiladas. De usted depende, presidente.

A lo que vamos, que es --ni puta idea--, a lo que vamos. Pues voy, a esta palabra de altura-orgullo --que se agranda o que se achica, según quisiéramos mostrar el propio-bueno--, o el ajeno --malditismo de poses estiradas--. Uno siempre maneja el diccionario --no todo lo que debiera-- para hacerse consciente de la palabra a la idea, o de la idea a la palabra.

No es mía tanta declaración de voces, sinonimia, antítesis o referencias, que ustedes podrán encontrar en este maravilloso Diccionario Ideológico de Julio Casares. Se lo recomiendo.

Dice don Julio que orgullo es un exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles. Como aquí todos los nacidos de causas nobles viven en Madrid --allá su orgullo--, lo que nos queda por dilucidar es el exceso de estimación, sea propia o ajena, fuera duquesas de Alba o de anochecer. Creo que es pecado capital, soberbia y un mirarse al ombligo para que su redondez te vertigue en su epicentro.

Pero el tal orgullo también puede ser una voz de socorro, para un alma que se ahoga. Se dice: estoy orgulloso de ti por tus notas ; por tu currículum fin de carrera . Porque mi orgullo es tu orgullo . Orgullos vanidosos y encantados de haberse querido a sí mismos. Por el contrario, sálganse del orgullo pactado, convencional, aplaudido y la dignidad de ese orgullo se convertirá en una provocación, o al menos, en un bufoneo.

Hay que enorgullecerse para estimarse, porque nadie es igual a quien, y la dignidad de cada uno pasa por valores contrastados. El orgullo de la liga del Madrid; el orgullo de la Rosa de España; el orgullo de mamársela a Bush. Todo orgullo.

Pero en estos días se celebra el día del orgullo gay, y muchas, muchísimos pensarán que sólo es una fiesta maricona, con deseos de lentejuelas para reivindicar un vicio detrás de cualquier conciencia. Jamás nadie expresó tanto significado en un frío diccionario como Julio Casares: exceso de estimación. Y si hay exceso es porque hay defecto. Nadie tendría que salir vestido de Marilyn, si Jorge o Pepe se la cortaran, y a nadie le hubiera chocado que se llamara Marilyn.

El orgullo no es otra cosa que un disparo y una diana que te impide tirar y aceptar tu dardo. Quizás yo no esté de acuerdo con tantas alharacas y tanto espectáculo. El teatro se hace para dar retortijones y vómitos más a la mayoría que no necesita de orgullo, pues está en todo su estado natural . Pero no tan natural como la vida misma, donde cada conciencia lleva su orgullo y dignidad. Y si no miren a su alrededor...