Me da lástima cómo a veces los prejuicios nos ciegan y nos hacen dar por buenas verdades que no lo son. Cuando un ataque de pánico recorre el mundo por el virus de la nueva gripe que se ha extendido por el planeta, pocos son los medios de información que se paran a comprobar el origen de esta infección. Leo cada día cómo numerosos diarios, emisoras de radio y canales de televisión hablan de la pandemia "originada en México". La nueva gripe castiga con especial dureza a la sociedad mexicana, debido a la gran concentración de población que hay en la capital del país y su área metropolitana --unos 20 millones de habitantes--, y al bajo nivel económico de la mayoría de esos ciudadanos, pero no es cierto que la pandemia haya surgido allí. El secretario de Salud del Gobierno federal mexicano repite a diario, aunque sin éxito, que México es el receptor de esta gripe, no el origen. Los primeros contagios en humanos se produjeron en el sur de Estados Unidos, concretamente en Tejas y California. Desde allí, el virus se expandió en México, donde ha causado cientos de muertos y ha obligado a cerrar centros educativos y deportivos. Lamentablemente, mucha gente asume que México, por el simple hecho de ser un país latinoamericano, es el foco de todos los males de América del Norte. A México se le mira con desconfianza por el grave problema del narcotráfico, que es, en parte, la consecuencia de la enorme demanda de consumo de drogas que llega desde el otro lado del río Bravo. Confío en que la responsabilidad y el sentido común imperen y este suceso no marque de nuevo la imagen de México.

José J. Mateo **

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