La verdadera naturaleza de la presencia española en Irak ha vuelto a quedar demostrada. Y de la peor forma. El disparo que ha dejado en coma irreversible a un mando de la Guardia Civil no llegó en un atentado imprevisible, sino cuando participaba en una operación contra un grupo armado iraquí. La ficción de que las tropas españolas iban a participar en una pacífica misión humanitaria ha vuelto a quedar desmentida. EEUU le pidió a Aznar soldados para colaborar en la ocupación y, por lo tanto, combatir la actividad, a menudo difícil de distinguir, de la resistencia iraquí, del terrorismo islámico y de las bandas de delincuentes.

El ministro del Interior, Angel Acebes, dijo, tras conocer la noticia, que estamos luchando "contra el terrorismo" en España y en el exterior, y el de Defensa, Federico Trillo, que nuestros compatriotas, en estos momentos procedentes de la base extremeña de Bótoa, "luchan por la paz y la libertad bajo mandato de la ONU". El inquietante verbo luchar resulta revelador. Pero es falaz vincular lo que hacen nuestros compatriotas en Irak con la lucha contra el terrorismo de ETA, y resulta demagógico pronunciar el nombre de la ONU en vano cuando España actúa bajo el mando de EEUU y en contra de la opinión mayoritaria de sus ciudadanos.