Fue insólito. Entre las mil personas que asistieron a la presalida del rally Dakar, en Madrid, había una única pancarta en contra. Pregunté a quien la llevaba --un profesor de Sociología-- el porqué de su oposición. Me habló de los atropellos que causa el rally en Africa, y de los accidentes que provoca en España al fomentar el culto a la velocidad; del aumento de la contaminación, a causa del tráfico; de la erosión de las tierras y de las carreteras mal pavimentadas, y del enorme gasto en petróleo.

Tan altos son los costes, y tan importantes los beneficios de unas pocas compañías, que su protesta, probablemente, no saldrá reflejada en ningún medio. Los organizadores del rally hacían resaltar, en cambio, los donativos que llevaban a los subsaharianos, voceando su limosna, haciendo el hospital después de haber hecho los pobres. Así vamos.

Javier Sanz **

Madrid