Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

Desgraciadamente estaba equivocado, y cuando hace unas semanas escribía sobre una tregua tácita de ETA, como elemento básico del plan soberanista de Ibarretxe, lo hacía en la convicción de que tanto el clima internacional sobre el terrorismo, como el activismo de la UE en el cerco etarra, junto a la movilización social contra la banda terrorista dentro y fuera del País Vasco, les obligaba a entrar en una vía de terrorismo de baja intensidad, manteniendo la extorsión. Y la sensación que a uno le queda es la de estar un poco más cerca de Belgrado o Sarajevo y algo más lejos de Bruselas o París.

Ahora es el nacionalismo democrático, el PNV, el que tiene que mover ficha, y desde luego no basta con los actos de condena. Es hora de demostrar con hechos, que cuando se comparten fines y no se comparten medios, es bueno ir cambiando de fines. Y pésimo sería que la salida de Ibarretxe fuera que estamos ante un doloroso problema político tan solo solucionable con proyectos como los por él propuestos. Lo mejor que puede decir Ibarretxe es que la sangre derramada en Sangüesa impide por mucho tiempo cualquier propuesta de profundización en el Estatuto de Guernica. Y, por otro lado, Atutxa, el que hace de bueno, que haga de bueno de verdad, y de una vez por todas cumpla las sentencias del Tribunal Supremo, evitando que los poderes del Estado tengan que intervenir con la firmeza que la situación requiere.

Los etarras son terroristas, asesinos, fundamentalistas entre nazis y talibanes, están a años luz de las coordenadas del Occidente europeo, y muchas cosas más, pero desde luego no son idiotas. Incluso uno tiene a veces una sensación de duda sobre quien manda realmente en ETA. En cualquier caso hay mucha malicia, y como decía Gracián, a malicia milicia, milicia democrática por supuesto, en forma de Guardia Civil, de Policía Nacional, de reforzamiento de los servicios de inteligencia, de coordinación con las policías internacionales, etcétera.

Al PNV, para que tenga una credibilidad democrática sin reservas, hay que exigirle que deje de hacer guiños al entorno abertzale. El guiño de los títulos regalados a los presos de ETA; el guiño de intentar entrar por la puerta falsa una representación municipal del ilegalizado entorno abertzale; el guiño de financiaciones dudosas a organizaciones más dudosas aún; el guiño de obstruir la disolución del grupo abertzale del parlamento vasco, para dar cumplimiento a la sentencia del Supremo. Son demasiados guiños.

Y nosotros, la abrumadora mayoría del pueblo español, tendremos que ser pacientes en esta cuestión, es una rémora que llevamos durante siglos, pero todo el mundo debe tener la garantía de que estamos dispuestos a soportarla durante milenios. Enterrados los muertos y después de las liturgias, desgraciadamente ya sabidas por repetidas, solo nos resta firmeza y unidad.

El bloque constitucionalista no debe tener la menos fisura a la hora de defender la libertad de los ciudadanos y la unidad de España. Consenso, consenso y consenso. Consenso que hunde sus raíces en la razón y el derecho. Que garantiza culturas y libertades, asegurando el cumplimiento de la Constitución.

Tanto para el caso vasco, como para cualquier otro que pudiera surgir, la Constitución es el punto de partida, imposible de saltar o rodear. De ella nacen y en ella han de caber cualquier clase de iniciativa, incluso su propia evolución.

Una vez más ETA me hace cambiar un artículo ya escrito, esta vez sobre las elecciones, por otro al que las circunstancias obligan. ¡Bien que lo siento!