TAtnticipando la vuelta a las trifulcas, después de este verano en que, adormecida y desinteresada, he pasado de política, leo en El País que Podemos no representa una alternativa viable para un Gobierno de izquierdas responsable. La Tribuna la firma Antonio Roldán Pomés , doctorando en Economía política en la London School of Economics. El autor desgrana las disparatadas propuestas de la formación de los círculos, que no sé si es partido político o no, y argumenta que estas tendrían el efecto contrario al que proclaman, es decir perjudicarían a los pobres, a los parados y a las pequeñas y medianas empresas.

Sé poco de Economía, nunca he visto a Pablo Iglesias en las numerosas tertulias que le ofrecen para su particular lucimiento tantas cadenas privadas de televisión y conozco de él lo que me cuentan, o sea, que es temible, que no se altera y que es muy educado y tal. Pero el otro día leí en El Mundo una entrevista en la que afirmaba el hombre que Jesucristo militaría en Podemos y me provocó cierta ternura pues me recordó a los Beatles. Continuaba el líder simpaticorro diciendo que iba a pasar el verano viendo series de televisión tipo Mad Men, Breaking Bad y otras. Ya me lo había encontrado un día en Canal Plus dentro de un gran escenario rodeado de fuegos, ejerciendo de gran experto de Juego de Tronos . Y me digo para mi coleto que ya puede el doctorando de El País denunciar que "Engañar a la gente con promesas incumplibles" no solucionará nuestros problemas. Por mucha razón que tenga, no va a detener el imparable progreso del "joven profesor universitario" --interino--.

Porque no se puede competir desde las aulas, la escritura, la lectura, la meditación y la reflexión con alguien que domina los artilugios superficiales pero determinantes de la seudocultura supermundial. La batalla la tiene perdida el economista político contra el político mediático, experto en Daenerys, Tyrion, John Nieve, Ned Stark, Intereconomía, La Sexta y las redes sociales.

Como la conclusión me agobia me sumerjo de nuevo en el olvido veraniego. Que ya expira.