Sacerdote y teólogo

La visita del Papa --y de eso debían haberse percatado sus asesores-- era una ocasión magnífica para consolidar la paz y la democracia en España, porque aún son muchos los que esperan que la Iglesia reconozca, arrepentida, su responsabilidad en la última guerra civil. No se puede justificar la encarnizada y terrible persecución religiosa que sufrió, pero tampoco su partidista beligerancia a favor del golpe de Estado y la dictadura.

La Iglesia está en su derecho de promover la canonización de sus mártires, pero debe reconocer también el testimonio martirial de sacerdotes y laicos católicos caídos en la otra parte; y el perdón y el reconocimiento debe extenderlo a tantos españoles que lucharon legítimamente por otro proyecto sociopolítico de convivencia.