La Universidad de Extremadura no estaba precisamente para tirar cohetes cuando saltó el escándalo. Casi 5.000 estudiantes, aspirantes a serlo en la UEx, con exámenes de Selectividad anulados porque una profesora puso por error los exámenes en una carpeta oculta pero de acceso público, localizable en internet y en esos vericuetos del mapa web tan útil siempre para encontrar lo que alguien desea que no esté a la vista.

Cinco mil chavales en danza por culpa de un gran error que bien daría para que dimitieran el rector y todo su equipo sin excesiva demora. Por la magnitud y trascendencia de un fallo que ahora costará más dinero público tratar de remediar -organización de nuevas pruebas, desplazamientos de examinandos que habrían de ser compensados aunque ya veremos cómo-, y por el castigo a una Universidad ya previamente en apuros.

Baja continuamente la matrícula en la UEx, muchos alumnos prefieren estudiar en otros campus de más prestigio. La Junta cuenta con lupa el dinero que transfiere a la Universidad, casi todos los años hay regateo, posiblemente porque no está contenta con su rendimiento, con ciertas prácticas internas, por la fuga de alumnos de segundo de Bachillerato rumbo a Madrid, Sevilla, Salamanca…

Algunas plataformas estudiantiles han movilizado bien la protesta pública contra la decisión de repetir las pruebas. En algunas fotos no aparecen muchos alumnos teniendo en cuenta que hablamos de casi 5.000 afectados, pero la indignación es extensa, el ruido causa efectos -y gestos como el de una estudiante en Cáceres a quien el enfado pinta en un actitud terrible-, y bien hacen los partidos políticos más la Junta en exigir con dureza responsabilidades en el uso del dinero público, y en el trato al esfuerzo de estos jóvenes.

AHORa, en estas semanas de carrera por hacerse con buenas notas de corte y aspirar a facultades prestigiosas, han perdido metros, y una de sus quejas es precisamente, además de la incertidumbre por el nuevo examen, la demora que pueden padecer a la hora de matricularse y estar cuanto antes en las listas de espera.

Catorce personas entraron en la carpeta y tuvieron acceso a los exámenes, se supone que como mínimo otras decenas más lo tendrían también. La duda es si, aun provocando unos males como es la repetición, es legítimo dar por válidos unos resultados sobre los que existen dudas fundamentadas de que algunos jugaban con ventaja.

Moralmente no estaría bien dejar que se salieran con las suyas quienes se examinaron entre otros muchos pero con la lección aprendida. Seguramente no queda otra que repetir las pruebas, pero la exigencia y aplicación de responsabilidades, llegando al rector y su equipo es ineludible, de forma que Ciudadanos ya ha pedido la comparecencia de Segundo Píriz en la comisión de Educación de la Asamblea de Extremadura.

Este bombazo que estalló el jueves oculta en parte el análisis del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez y la situación de Extremadura en el nuevo panorama. El político madrileño ha hecho un Ejecutivo suyo, sin cuotas territoriales, aunque en este segundo plano hay una lectura interesante en la promoción de Carmen Calvo como vicepresidenta y María José Montero como ministra de Hacienda.

CALVO es en Andalucía el liderazgo antitético de la ‘sultana’ Susana Díaz; son varias federaciones provinciales, en el oriente andaluz, las que optarían más por Calvo, y además Sánchez ha extraído del Ejecutivo de Susana Díaz a su consejera de Hacienda. Un gesto cara a la financiación autonómica frente al bloque y lobby nacionalista, y una siembra de dudas -compensación o captación- en las filas de la que fue rival de Sánchez en las primarias.

Un Gobierno central, nacional, con personas muy solventes, algunas de ellas auténticas joyas en lo político como Carmen Calvo o Josep Borrell. Pero un Ejecutivo de 17 personas, con varios independientes, que tiene como reto funcionar como equipo, de cohesión en ideas e ideología, y consciente de que tiene un partido detrás.