WEwl Ejército israelí de ocupación en Gaza batió ayer un récord de crimen y deshonor. Sus helicópteros atacaron una manifestación que protestaba contra la sangría del día precedente y expresaba solidaridad hacia las familias a las que están demoliendo sus viviendas. El resultado, en dos días, es de unos 50 muertos y docenas de heridos, incluyendo menores de edad.

El Gobierno de Israel, el socio regional de EEUU, agrede con una especie de bula internacional, con un completo desdén por las resoluciones de las Naciones Unidas y con un inhumano desprecio por la suerte de la población palestina ocupada, oprimida y asesinada. Fabrica odio, induce más terrorismo y compromete a quienes no le condenan.

Por fortuna, se advierte cierta reactivación de la aletargada izquierda israelí, que perdió el alma con su asociación con el Likud en los gobiernos de pretendida unión nacional. Las 150.000 personas que protestaron el sábado pasado en Tel-Aviv son la única muestra de esperanza, visto que desde Washington no llegará ningún remedio. Israel debe comprender que sólo una inserción regional pacífica garantiza su futuro. Matando palestinos inocentes y anexionándose su territorio no lo conseguirá.