WLwa intervención judicial de dos sociedades de inversión que ofrecían como garantía las emisiones de sellos de correos y la comercialización de obras de arte es otro aviso de que fallan los controles sobre las fórmulas de ahorro --con promesa de alta rentabilidad-- ajenas al sistema financiero. Es tradicional invertir en sellos, cuadros o muebles de época porque siempre habrá quien pague más. Pero convertir este mercado informal y minoritario en una empresa comercial para captar ahorros particulares asegurando una alta rentabilidad puede suponer un engaño.

Los afectados por el presunto fraude lo tienen difícil. Sus inversiones no están depositadas en fondos regulados por la CNMV ni tienen la garantía del Estado que les permitiría recuperar, al menos, la cantidad invertida. Se trata de contratos de compraventa de cuyos riesgos ya advirtieron las organizaciones de consumidores hace tres años, pero que el Gobierno del PP bloqueó y el Ejecutivo socialista tampoco ha regulado. Ahora han aflorado las evidencias de que tras las filatélicas había administradores con otros fines. Hay que poner fin a ese vacío legal y marcar garantías y responsabilidades en este tipo de sociedades.