TPtenoso el espectáculo ofrecido últimamente por los partidos políticos donde, por un lado ofrecen al exterior mensajes de búsqueda de la regeneración democrática, pluralidad, respeto y otros valores, mientras que en clave interna el debate se reduce a la mísera lucha por el poder.

Resulta lastimoso comprobar hoy cómo pierde, digan lo que digan, hasta el más mínimo efecto, la impronta que debe representar en todos los procesos (al margen de estadísticas y porcentajes de aceptación/aclamación que se ofrezcan) el mundo de las ideas.

Quedan éstas reducidas al papel de los gobiernos y así pasa, que luego nos quejamos de la disonancia o el desencuentro entre los partidos y los diferentes gobiernos, hablemos del nivel que queramos hacerlo.

El dislate es mayúsculo cuando escuchas algún prócer decir en cónclaves de los partidos que ni siquiera se "lee los papeles". Y es que hay gente para todo.

En fin, que después de años de pasión por la política, entendida como la lucha por una sociedad mejor, desembocamos en el "sector servicios": partidos y organizaciones colectivas preocupadas prioritariamente por el estar, en vez de por el ser.

Por la figura, en lugar de la esencia.

Queda pues pendiente, y esa es la esperanza, que lleguen tiempos, si no de unanimidades, sí de revulsivos.

Que al menos los jóvenes asuman la importancia de la huida de negativos pasados. Es decir, siempre precisaremos oxigenarnos. Actualmente hay mucho ruido, mucha impureza y poca sustancia.

*Doctor en Historia