El acuerdo extraoficial entre los ministros de obras públicas de España y Portugal para que el AVE Madrid-Lisboa discurra por Badajoz se convertirá en una histórica decisión para Extremadura, si se confirma en la cumbre ibérica del próximo mes de noviembre. Y es un proyecto crucial para toda la comunidad porque entronca a la perfección con la iniciativa ya puesta en marcha por el Gobierno español de enlazar Badajoz, Mérida, Cáceres, Plasencia y Navalmoral con Madrid y el resto de España a través de líneas de alta velocidad. El hecho de que este plan inicialmente local adquiera carácter internacional lo fortalece desde el punto de vista técnico y financiero y sitúa a nuestra autonomía en el mapa de las grandes autopistas ferroviarias transeuropeas en un horizonte nunca superior a diez años. El serio peligro que se corre es que el esfuerzo inversor que necesitará la alta velocidad vaya en detrimento de los otros trenes, los convencionales, que deben seguir circulando por Extremadura con mejores prestaciones que en la actualidad para conseguir vertebrar toda la región. En este sentido, la Junta, el Ministerio de Fomento y Renfe tienen aún una deuda con los extremeños: un acuerdo tripartito que modernice el sistema ferroviario regional de una vez por todas y evite que se sigan cometiendo injusticias como la supresión del talgo directo a Barcelona.