WDw espués de la semana horribilis del Gobierno y de la economía española --con malos datos macroeconómicos, vacilaciones, contradicciones, ataques en la prensa internacional y hundimiento de la bolsa--, aparecen en el horizonte algunos signos de esperanza, que necesitan, sin embargo, dosis de concreción, realismo, voluntad política y coraje.

Uno de ellos es el acuerdo salarial a tres años rubricado entre las patronales CEOE y CEPYME y los sindicatos UGT y CCOO, en el que las partes se comprometen a modernizar la negociación colectiva adaptándola a las nuevas necesidades del modelo productivo. El pacto será un instrumento eficaz para contribuir a superar la crisis.

Otra buena noticia es que las fuerzas políticas empiecen a hacer propuestas para salir del atolladero en que se encuentra la economía española. Destaca en este aspecto el pacto de Estado ofrecido por CiU. Decidida en el comité ejecutivo de la federación nacionalista, esta iniciativa puede ser, además de un ejercicio de responsabilidad, un salvavidas para el Gobierno --Zapatero la recibió ayer con satisfacción--, a la vez que da a CiU un barniz de moderación que le irá muy bien cara a las elecciones autonómicas de otoño. Evidentemente, el gesto inteligente de CiU puede perjudicar a Montilla y al PSC, pero la situación es tan grave que las primeras reacciones socialistas catalanas a la propuesta no se atrevieron a menospreciarla. Artur Mas lanzó ayer una primera iniciativa concreta cara a ese posible pacto. En relación con la reforma laboral, propuso un contrato de trabajo con un coste para las empresas de 20 días por año en caso de despido, con posibilidad de una indemnización mayor a cargo del Estado. Por su parte, Mariano Rajoy enseñó también alguna de sus cartas al promover un contrato con indemnización variable según la antigüedad en el empleo y hasta un máximo de 33 días por año.

Aunque CiU proponga que el PP participe también en ese pacto de Estado, no parece que el principal partido de la oposición esté por la labor. Ayer resucitó en el Senado la cantinela del "¡Váyase, señor González!", ahora con la variante de "¡Váyanse, señores socialistas!". Tampoco contribuye a un eventual acuerdo la actuación del presidente del Gobierno, que sigue instalado en el optimismo y ayer negó que hubiera un giro en la política económica. La próxima semana comparecerá en el Congreso de los Diputados. Será el momento de convertirse al realismo.