El PP se ha cerrado en banda ante la petición del PSOE de celebrar una reunión de los partidos firmantes del pacto antiterrorista después del escándalo político originado por el encuentro de Carod-Rovira, secretario general de ERC, con dirigentes de ETA. Según el Gobierno, la reunión "es improcedente" hasta que los socialistas no rompan su acuerdo de gobierno en Cataluña y su candidatura unitaria al Senado con Esquerra. En el fondo de esta pelea late el intento de los populares de presentarse ante el electorado como los únicos que plantan cara a ETA sin ninguna concesión.

Estamos ante una clamorosa utilización partidista de la cuestión terrorista que se basa en atribuir de forma torticera a socialistas y a republicanos una cierta tolerancia con los terroristas y quienes les apoyan. Es una maniobra dirigida por José María Aznar, quien ayer no tuvo reparos en utilizar su viaje oficial a Colombia para arremeter contra los socialistas en presencia del presidente Alvaro Uribe. Una estrategia que puede darle votos al PP pero que a largo plazo supone poner en peligro el tan necesario acuerdo de las fuerzas democráticas contra ETA. Se ha perdido una magnífica ocasión de reforzar e incluso ampliar ese pacto.