Escritor

La madre de un niño norteamericano de 181 kilos ha demandado a McDonald´s como responsable del grave deterioro físico de su vástago, que ha crecido a ritmo de hamburguesas y patatas fritas con ketchup. La anécdota ya no nos resulta lejana ni exótica. La obesidad infantil en nuestro país empieza a tomar un cariz de verdadera plaga.

Padres irresponsables, que ya no se meten en la cocina, dejan que sus hijos campen a sus anchas en los fast food y luego, en sus casas, los atiborran de pizzas y bollos mientras están sentados ante un televisor que les vomita otra basura. Es comida barata, pero pasa luego factura. El niño gordo será un adulto enfermo, pero a lo mejor eso es lo que le conviene a un sistema que hará negocio intentado devolverlo luego a la normalidad.