Extremadura inauguró ayer su primer palacio de congresos de los cuatro que inicialmente se tiene previsto construir. El de Mérida, una magnífica construcción con capacidad para más de mil personas, es el eslabón inicial de una red que impulsará la oferta cultural extremeña y que tendrá su continuidad con el que próximamente se inaugure en Badajoz y los que previsiblemente se ejecuten en Plasencia y Cáceres. Uno de los principales objetivos de estos edificios es que sirvan de atractivo para que la región incremente el número de certámenes a celebrar, potenciando a la vez el turismo de negocios, que dejará importantes beneficios en la región.

Pero antes de seguir construyendo palacios de congresos y exposiciones y correr el riesgo de localismos habría que tener claro si Extremadura tiene capacidad suficiente para dar sentido a estos grandes edificios. La demanda actual, con los polivalentes centros que ya existen en la región, no parece que invite a tener uno en cada una de las grandes ciudades extremeñas, tanto por el coste de la inversión como por lo que supone mantenerlos abiertos. Es quizá buen momento de hacer un estudio de la demanda existente y de los contenidos que pueden aportar los nuevos palacios que no logren satisfacer los edificios con que ya se cuenta.