Es normal que los medios de comunicación de todo el país se hagan eco de cualquier noticia que tenga que ver con los Príncipes de Asturias. Lo penúltimo publicado es que doña Leticia se ha operado el tabique nasal. Nada que objetar. Si así lo ha decidido, ha hecho bien. No será la primera ni la última. Ya de paso, debería retocarse un poco el mentón (si es que no lo ha hecho también) que es bastante prominente. Claro que los caricaturistas lo sentirían pues es uno de los rasgos más acentuados de la princesa. La nariz le habrá quedado perfecta.

Lo que no me parece tan bien es que, en todos los casos de operaciones estéticas de famosos, se diga que ha sido por prescripción facultativa, debido a una desviación del tabique nasal, si no, recuerden cuando la operación de la Preysler y de tantas celebridades del artisteo, modelos y aristócratas que han pasado por el quirófano.

Hay que llamar a las cosas por su nombre: ¿Qué quieres mejorar tu imagen y hacerte un arreglito porque algo no te gusta?, pues te lo haces y en paz, sin necesidad de dar explicaciones de por qué lo has hecho. Para eso está el libre albedrío y las técnicas modernas. También hay muchos hombres que se retocan.

Parece que da vergüenza decir que uno se ha operado por motivos estéticos, porque le ha dado la gana.

Y si es así, ¿qué? Nuestra princesa tiene derecho a cambiar de imagen, como todo el mundo. Como si quiere teñirse de pelirroja. Muchas de las que critican las operaciones de cirugía estética, no lo hacen porque les da miedo entrar en un quirófano o porque no se lo pueden permitir.

Hay quien cree que es necesario justificar la intervención como una necesidad. Mentira. Es, simplemente por verse más bellas, pero que nadie se avergüence de ello. Quien desee modificar algo que no le guste y pueda pagárselo, que lo haga sin más, sin ninguna excusa. Cada cual puede hacer con su cuerpo y con su cara lo que quiera. Pero llamemos al pan, pan y al vino, vino.