TAt lo largo de la historia han sido infinitas las epidemias y pandemias sufridas por la humanidad. Desde el conocimiento de los señores de la vida y la muerte y su representación en rey Zoser, dos mil años antes de Jesucristo, las guerras y las epidemias asolaban el mundo conocido. La Biblia nos informa de las plagas, que en definitiva son las epidemias con las que el Ser Supremo castigaba a los hombres y ahora que el Islam está en apogeo, no olvidemos que igualmente El Corán las considera enfermedades divinas.

Muchas han sido las pérdidas humanas y que en ocasiones causa de violencia y fanatismo allá por la Edad Media: la peste, enfermedad milenaria por antonomasia, con sus diversas denominaciones, desde la conocida por peste filistea hasta las más recientes epidemias ocurridas en Hispanoamérica (1991). Hoy la OMS reconoce unos 600.000 casos anuales. Un recuerdo de epidemias y pandemias como lepra, viruela, malaria, etcétera, que siglos atrás tuvieron su presencia en Europa, casi siempre unidos a las guerras y el hambre, hoy son propias de la pobreza y afectan con mayor intensidad al Tercer Mundo, si bien, algunas enfermedades emergentes, a causa de los viajes y migraciones vuelven a estar presentes en nuestro ambiente a pesar de los grandes avances científicos del siglo pasado.

Respecto a la gripe --enfermedad vírica-- como se sabe, se producen tres o cuatro pandemias por siglo, no todas con la misma virulencia y así han ocurrido en 1918 la conocida por gripe española coincidiendo con la I Guerra Mundial y la mayor pandemia de hambre del continente europeo. Otras en los años 30 y la década de los 60-70.

En estos días estamos sufriendo un auténtico bombardeo sobre la posible pandemia de gripe humana --de gran virulencia-- caso de producirse una mutación de la gripe aviaria con focalidad en el sudeste asiático y donde ya han muerto algunas personas.

Es lógico que la OMS dicte normas de prevención ante cualquier posible epidemia y los gobiernos de los distintos países las apliquen. Es cierto que en los tiempos que corren una posible epidemia tiene mayor facilidad de convertirse en una pandemia, dados la rapidez de las comunicaciones e intercambios comerciales. Sin embargo hemos de recordar que la gravedad de la gripe viene dada por las complicaciones neumónicas fundamentalmente en pacientes de riesgo, enfermos cardiacos o respiratorios, ancianos, sanitarios, etcétera y por otro lado nuestra situación socio-sanitaria y de los países de nuestro entorno no son las mismas que hace 50-75 años, situación muy distinta a ese otro Tercer Mundo, a pesar del lema de la propia OMS: "Salud para todos en el año dos mil".

Creo, más bien deseo, que el sentido común y la lógica tengan resultados positivos, para lo cual hacen falta medidas preventivas rigurosas en materia de sanidad animal, en principio, y humana después, evitando contacto con aves sospechosas de enfermedad. Prevenir acaparando antivirales antes de producirse la posible epidemia, hace sospechar como Jorg Blech , en esos inventores de enfermedades .

*Médico