TEtn la base aérea de Andrews, el emperador Bush se encuentra en grave aprieto. Un temporal lo azota de manera tan inmisericorde que su paraguas se le ha vuelto, hecho un guiñapo, mientras sus manos sostienen el mango que aprieta férreamente. Zarandeado de esta manera, es un símbolo de la situación que atraviesa, ante ese otro vendaval de las críticas que arrecian, contra su política iraquí. En otra foto, actual, el demócrata, John Kerry, cabalga, seguro de sí mismo, una poderosa harley davidson , corbata al viento, camisa blanca y gafas de sol. ¿Serán estos flashes , anticipo del futuro de ambos, ante las elecciones? El primero es punto de mira, sangriento, para la caricatura. El segundo, pancarta de candidato que ya parece franquear las columnas de la mansión presidencial. La arrogancia de Bush se ve maltratada por inoportunos malos aires, cuando su mediocre rival parece afianzarse a un corcel de hierro. El texano tiene mucho que enderezar no sólo su paraguas, y Kerry, aguzar un poco más sus talentos, al parecer no brillantes. Aquél ya ofrece, conciliador, a Iraq la soberanía integral , a partir del 30 de junio, y a J. Chirac lo invita a pasar un fin de semana en su rancho de Crawford, cuando le preocupa el posible abandono de dejar la Casa Blanca.

*Doctor en Historia