En la legislatura que termina había en el Congreso de los Diputados 126 diputadas y 224 diputados. En el Senado, 65 senadoras y 194 senadores. Estas cifras, por sí solas, deberían bastar para que los responsables políticos hagan algo para que la mitad de la población no esté tan escasamente representada en un país democrático con la igualdad entre hombres y mujeres reconocida en la Constitución desde hace 29 años. Han tenido que pasar tres décadas desde la transición para que un Gobierno impulsara una ley que obliga a un mínimo del 40% y un máximo del 60% de personas de un mismo sexo en cada lista electoral. Y ni siquiera en cremallera --hombre-mujer, hombre-mujer--, sino por tramos de cinco. Finalmente, tras el recurso del PP, ha tenido que ser el Constitucional el que venga a establecer la obviedad que la Carta Magna reconoce. Llevamos semanas hablando de las listas electorales y escuchando a los dirigentes explicar en privado las dificultades añadidas de "tener que meter a las chicas". Dificultades. ¿Para quién? Supongo que para los prohombres que se quedan fuera o desplazados, como se han quedado históricamente fuera sus compañeras de partido. Con los mismos méritos o deméritos, pero, eso sí, ellas siempre con mucho menos tiempo para quedarse en las reuniones hasta las tantas de la noche o acompañar al jefe a tomar una copa después y establecer rentables complicidades políticas. A menos que se esté dispuesta a ser una profesional de lastre cero , aceptando todas las renuncias personales que ellos nunca se vieron obligados a hacer. Tan obvio como que el número de hijos que suman los ministros triplica al que suman las ministras de nuestro Gobierno paritario. No sabemos quién ganará, pero con la sola celebración de las elecciones, las mujeres salimos ganando. Las Cortes se parecerán más a la sociedad real. Y eso que, para estrenar la ley de igualdad, los dos grandes partidos encabezan su lista por Madrid con dos hombres cada uno: Zapatero-Solbes y Rajoy- Pizarro , y ninguna de las demás fuerzas parlamentarias lleva una mujer como cabeza de cartel.