THtace casi 40 años los jóvenes inundaron París. Buscaban la playa bajo los adoquines. Pedían lo imposible y querían hacer de la imaginación un componente del poder, los sueños del 68 se diluyeron y sus líderes acabaron por ser los apuntaladores del mismo sistema que pretendieron derribar. Cuatro décadas después vuelve a haber jóvenes en las calles de París, pero no en el centro sino en los suburbios, no en las universidades sino en las puertas de los institutos en los que el fracaso escolar va amontonando seres humanos que acaban por engrosar ese 17% de desempleo. Una significativa parte de segunda generación de emigrantes despliega una violencia ciega, gratuita y destructora, sin la reflexión filosófica de aquel mayo francés pero con la sórdida y dura realidad social del cuarto mundo del año 2005. Tavernier reflejó en Hoy empieza todo (1998) la degradación de las sociedades industriales. Ken Loach nos deleitó con películas que nos ponían delante de nuestros ojos situaciones de injusticia que los gobiernos siguen sin resolver. Hoy los alrededores de París arden, los destrozos se acumulan y Sarkozy pretende resolverlo con insultos generalizados y más policías. Los estragos se podrán apagar temporalmente pero Villepin debe ser algo más que un bombero y atajar las causas de un fuego que está llegando a otras ciudades europeas.

*Profesor y activistade los derechos humanos