TPtodemos seguir hablando de los toros en Cataluña, pero mientras nos enzarzamos en esos disparates, la Encuesta de Población Activa (EPA) deja caer su lluvia de parados sobre el ya muy mojado pavimento de un país que hace cola frente a las oficinas del INEM. En total son ya nada menos que 4.645.500 personas las que estaban sin trabajo al finalizar junio, lo que supone medio millón de parados más en un año y ponernos a la cabeza a la cabeza de Europa -por delante de Letonia- y doblando la media de la UE que se sitúa en torno al 10%.

Podemos respirar tranquilos porque nuestro diferencial con el bono alemán baja considerablemente y la banca pasa su examen de estrés, pero ¿qué hacemos con más de un 20% de la población mano sobre mano y un horizonte necesariamente pesimista? Que el paro va a seguir subiendo es algo que dan por hecho todos los expertos y que muchos socialistas admiten resignadamente. La reforma laboral ha encabritado a unos sindicatos que fueron incapaces de enfrentarse a las crisis con criterios económicos y que permanecieron mudos y encantados mientras un Gobierno incapaz se dedicaba a subsidiar y prometer lo que no iba a poder cumplir. Los empresarios pedían lo imposible y dejaban, irresponsablemente, que el tiempo pasara sin acuerdos sabiendo que el final iba a ser lo está siendo: una reforma dura, mucho más dura de lo que se hubiera podido pactar si todos hubieran arrimado el hombro en su momento.

Y el problema, como queda dicho, es que el futuro no sólo no parece despejar el horizonte sino que se avecinan nuevas amenazas ya cuantificadas que aumentaran aún más estos niveles históricos. La pregunta es sencilla ¿aguanta un país con más del 20% de su población en paro? Si la respuesta es que sí, lógicamente esto nos lleva al aumento indiscriminado de la economía sumergida y una serie de problemas estudiados y comprobados por la ciencia económica y la psicología social. La única solución es que la crisis pase cuanto antes pero, sobre todo, que el crédito vuelva a funcionar con cierta normalidad. Lo primero no está en nuestras manos conseguirlo porque la crisis, efectivamente, es de todos y todos debemos salir de ella. De los créditos habría que hablar mucho y hacer más. Si el dinero no llega a particulares, autónomos y pymes, seguiremos destruyendo empleo y si quienes nos gobiernan se creen sus propias mentiras (la mediación del ICO y las "facilidades" para conseguir créditos), apaga y vámonos. Menos publicidad y más hechos.